Nunca sentí necesidad de escribir un Diario, aunque, como toda niña, me regalaron uno. Esta mañana, al arreglar las gavetas choqué con él. Era un cuaderno en blanco... Tratando de verter tinta sobre mi ayer, retrocedí en el tiempo y escribí los momentos realmente especiales.
Con letra bonita y clara fui, uno a uno, enumerándolos:
"Un día, el más bonito del mundo, el chico del colegio que me gustaba, el más guapo de la tierra, me declaró su amor.
Un día, el mejor entre los mejores, ese muchacho que me volvía loca me enseñó a besar.
Un día, el más especial, me hice novia del hombre al que yo amaba.
Un día, imposible de olvidar, hice el amor por primera vez.
Un día, viviendo un cuento de hadas, conocí al padre de mi hija.
Un día, un 20 de febrero de hace ya veinte años, di a luz a Selene."
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis… Seguí haciendo memoria y sonreí, al darme cuenta de que mi hija tenía razón: era una romántica sin solución. Todos los días enumerados tenían que ver con el amor....
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