Dicen que las Navidades son días especiales, donde las estrellas bajan a la tierra para compartir su luz con nosotros,y yo en estos días me vuelvo fanátíca de ellas. Cada noche salgo a mi azotea a disfrutarlas. Siento que es donde habitan esos quereres que un día compartieron camino y que ahora alumbran el mío, estén donde estén.
Hay una, que siempre me acompaña, posee un brillo constante, cálido, y estoy segura que en ella se encuentra mi Rubia. Aquella mujer bajita, con un cuerpo sin aristas, bello en sus redondeces, vestidas siempre de una discreción exquisita que me cuidaba de chica era un imán. Nacio con una habilidad increíble para ganarse el cariño de la gente, y hacer bonito el tiempo. Entre sus incondicionales se contaban las vecinas, los comerciantes del barrio, las flores y las plantas de su terraza que lucían para ella siempre sus mejores colores y, por supuesto, Pecas, el moteado perro de aguas que fue su sombra mientras que estuvo entre nosotras y que, sin auguantarsu ausencia, marchó detrás.
En estos días de mucho frío y cielo despejado, su estrella luce con tal fuerza que puedo sentirla cerca, mas cerca que nunca. Es un gran regalo que las nostalgias y los recuerdos me la acerquen tanto, y sentir su presencia, aunque sólo sea por unos días.
A Mi Rubia preferida_Susana Monís
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